Podríamos haber hecho lo fácil.
Importar barato.
Vender cantidad.
Ser una marca más del montón, inflar los márgenes, y listo.
Pero elegimos otra cosa:
Elegimos hacer algo que valga la pena.
Elegimos fabricar en Argentina, donde cada decisión cuesta más, pero se siente real.
Donde podés mirar a los ojos a quien corta, cose, embala y sabés que está trabajando con dignidad.
Porque FUEGA no nace solo de un Excel. Nace del cuerpo.
Del cuerpo de una mujer que entrena.
Que se mira al espejo y quiere una prenda que acompañe su fuego, no que lo apague.
Durante años buscamos ropa que aguante el ritmo.
Que no se enrolle en plena sentadilla.
Que no transparente.
Que no se llene de pelotitas.
Que no te deje en banda al tercer lavado.
Y que no tengas que hipotecarte para poder comprarla.
No la encontramos.
Así que la hicimos.
Cada reseña que nos llega, nos recuerda por qué empezamos con FUEGA.
Porque no queremos que nos compres una vez.
Queremos que seas parte. Que entiendas que esto no es moda: es convicción.
Nos importa que el producto dure.
Nos importa que el taller no sea clandestino.
Nos importa que quien lo use sienta que se está poniendo algo que la representa.
No diseñamos para todas.
Diseñamos para las que no se conforman.
Si buscás fast fashion, te vamos a decepcionar.
Si venís con hambre de más, bienvenida a FUEGA.